sábado, julio 07, 2007

She´s fucking freak del prozac

Luana era débil ante el gin con fluoxetina. La mezcla la dejó dando vueltas en el loft del dj psicholedic. Estaba perdida de tanto prozac, el alter tour acabó en la alfombra de él, a las horas aún estaba desencajada con el síndrome Atenas: ciega de sexo y con menosprecio por la realidad volvía a engullir ese placebo prozac. Quizá la razón de su depresión no se debía a los fracasos estudiantiles, puesto que no tenía problemas académicos. Tampoco su debilidad por los sintéticos con alcohol encontraba su fuente en la falta de endorfina, regularmente traspiraba los químicos adquiridos durante los días de locura. Tal vez, la separación de sus padres incidió en su conducta un poco freak. Pero sin duda el problema con las pastillas era la fucking relación carnal que la embarcaba, durante los fines de semanas, en un viaje desde un happy hacia un after hour.
Pasaron los veranos y Fabricio con Luana cambió. Atrás quedó el pueblo con la estación de trenes donde eran las fiestas. Ahora los happys se llevaban a cabo en los saunas. Los afters eran ya en las oficinas estatales donde los hábitos provincianos que tenían se llevaban a cabo. Un buen día, cansados de tanta locura, terminaron en un bar-pool que tenía un menaje en la parte de atrás.
No obstante, cegados por el cash, la pareja cambió el consumo por una vocación redituable. El change comenzó en la rojiza capital yerbatera pero la cosa se desplazó a Salvador Mazza, en Salta. En la linda el trabajo y la frontera era un hierro incandescente.
Al principio, el transporte de la blanca sustancia dejaba 130 mil dólares semestrales. Más tarde, el dinero se fue acumulando. Eso llevó a que el prozac y los happys juntos con sus afters siguieran siendo más redundantes que nunca. Y de fondo los de la federal que gritaban al tomar un poco de crack. Ellos al leer un poco de sky daban vueltas como si fueran un fly.
Gracias al bussiness drogón estaban sumidos en una vida apartada de la realidad. Sus nuevos amigos, admiraban la capacidad con la que negociaban precios y cargamentos. La Alta Konducción admirada quería participar del ménage. La aptitud para conseguir lo imposible permitió tener de rodillas a muchos. Los que habían sido sus amigos ahora le repudiaban y combatían. The people ya no era parte del celebrity dream.
Sin embargo, los allegados a esas buenas circunstancias (antes enemigos) apoyaban la consolidación del mercado que estaba abriendo.
Ganaron la voluntad de funcionarios de primera línea. Y de pronto abastecían con droga a gran parte del conurbano. Ya no era la plata, ni el consumo, tampoco el impass, y menos aún los delays; era algo con un poco más de estrés. El apetito de poder segó y el combate por la mayor porción del merkado los llevó a estar de cara con un Presidente. Sus buenos y nuevos friends le ayudaban en esa lucha, todo a cambio de mercancía con la cual acallar la desenfrenada adicción del Kuerpo eleKtoral de la gran urbe.
Puertas se cerraron pero otras se abrieron. Siempre algún funcionario es proclive al prozac con gin y happy´s devoradoras de freaks. Un funcionario adecuado para la definitiva incorporación de la “firma” dentro del mercado que estaba en pugna. El político, se llamaba Andrés. Desde Capital Federal llevaron a cabo una serie de operaciones. Por sus manos pasaba todo: dinero, contactos, cargamentos y documentos. Hubo días en los que a la noche no dormían, tampoco durante el día. El fluoxetina les secaba la boca, les daba insomnio y para mantener un peso adecuado estaban los suplementos. Los químicos abordaron la vida de Luana y Fabricio. La noche electoral de octubre parecía una de dealers acaudalados; los encontró unidos en una de esas tantas orgías pero terminaron en un lugar que en otro país se conoce con el nombre de RIP.