miércoles, noviembre 19, 2025

Las mariposas de fuego y el vuelo al pensamiento (Ensayo al poemario “Murmullos” de R. Cura.).

Poemario “Murmullos” de Ramón Cura.


*Imagen de tapa: Las mariposas son libres.

** Primera parte del ensayo Las mariposas de fuego y el vuelo del pensamiento.

I.                Mariposas de Fuego: 

A mis manos llegan “Murmullos” casi por obra del destino. Una invitación a pensar desde el punto de fuga de la poesía de Ramón Cura: tan próximo como compañero, amigo, referente de mil batallas, pero tan lejano como el testigo documentado, archivo parlante, disco rígido codificado con una clave indescifrable.

La lectura de sus versos libres, fuera de métrica, profunda en el pensamiento es un ejemplar vivo del calor y del color de la tierra colorada. Lleno de amor y de curiosidad por el descubrimiento del código secreto que guía el pensamiento del escritor emprendí el viaje exótico y volé en latitudes poéticas eternas. Sus letras: un pensamiento del pensamiento, una poesía de la poética, una estrella en el cielo, una pluma natural entre millones de plumajes técnicos, el nombre de lo nombrado mil veces en razón de la memoria y de la lucha. 

El espíritu del poeta poseyó el cuerpo de un hombre de acción. Y como las mariposas que se acercan a las llamas las alas del pensamiento se transforman, poco a poco, con el paso de los poemas en las páginas del poemario.

La Musa viene quién sabe de qué indómito rincón dejando la prosa de lado para  hacer experiencia hasta el fondo de una escritura exótica. Y, como aquel que en un día de verano necesita una piscina, me lancé a la lectura de sus letras exóticas; página tras página se hace experiencia a fondo del “puntazo” en una escritura caliente pero tierna, hilarante pero seria, asincrónica por la salida de la medida, pero sincrónica en la profundidad de la sensación; fundamental en la cosa misma del pensamiento.



El poema es la voz escrita por la pluma de un tucán, un pájaro exótico de pico largo, pero con ojo de águila, sagaz, preciso en la imagen. Capta la presa y la lleva a un cielo transformado y abierto a nuevas experiencias.

Y así como las mariposas lucen hermosas en la imagen de tapa, el pequeño tucán parece inofensivo en cada pie de página pero trasunta la cosa misma de Misiones: la Libertad de la naturaleza, la responsabilidad en el trabajo de la tierra, y la transformación del ser cada vez que recrea alguna costumbre de la tierra colorada. Caricia al alma.

La letra de “Murmullos” recuerda el yaguareté que tiñe de rojo brasa sus patas y sigue los pasos perdidos del misterio del yasý. Es el registro de una inteligencia colectiva en la que medió la fuerza del hornero de la suerte como intermediación entre el pensamiento universal, la voz escrita popular, la edición y publicación de la obra.


Simbiosis, armonía justa, mixtura entre el yaguareté libre del monte y el hornero de la suerte resultó en el poema estructurado en versos sencillos atípicos, que logró la latencia y cadencia propia de la madre tierra: verdegris, el monte, la pasionaria, la fruta de la pasión, “Murmullos”, entre Norte, selva y río, duendes y mariposas en solitud, pero no en soledad porque sus líneas acompañan.

Un cóndor pasa de previo al poema.  Disclaimer, un descargo de responsabilidad. ¿Cuánta verdad se esconde detrás de la primera cláusula de ese descargo de responsabilidad? No hay peor compañía que la soledad y con el paso de los años el tucán joven aprende del compañero tucán más viejo. Y por más que el paso del tiempo siempre lineal, irreversible y adorablemente irrepetible arrase vuelve a hacer experiencia hasta dejarse ir al fondo del ser para poetizar en el silencio, sin expresar lo no dicho, lo que se calla por miedo, vergüenza, o piedad en la esperanza de que en el pueblo habrá un momento mejor para hablar. Silencio… el llamar exótico del tucán en la numeración de las páginas se apilan de manera estática... 

El aleteo de la mariposa transforma un huracán de pasiones en la selva y en la cordillera el cóndor pasa cometiendo errores, se aparta de la hoja de ruta, y ve desde las alturas un colectivo siniestrado, su extremo izquierdo todo roto, y sus pasajeros pelean en una lengua internacional que ya nadie comprende. Apartado un hombre que quedó solo en el camino y con la poesía en la mano pero desde la lejanía el lector acompaña y desde la proximidad el adversario debate.

Quizá la culpa, imprudencia o impericia del conductor que no halló el centro, no miró bien ni a derecha o izquierda, y extremó el ajuste de la cuerda con una clavija que ya estaba agobiada de mil luchas y batallas en vano. Quizá el chofer no tuvo en cuenta el “clivaje”  y el coche saltó fuerte rompiendo la suspensión. Y en su vaivén alguno se golpeó la cabeza quedando un poco tonto, soñador, loco o poeta. ¡Qué importa! ¡De loco y poeta todos tenemos un poco!

El tiempo hizo que las mariposas se acerquen demasiado a las llamas y trajo consigo la salida del colectivo y la cordillera se llenó de cóndores, un corte, una quebrada, un desierto tétrico y la pluma del poeta en solitud pero no soledad, ya que estar lejos y en solitario con el murmullo de la pluma de la urraca o de un cuervo siempre activa el pensamiento. ¡Peligro, dijo el peligroso! El presagio del tucán invita a un mundo cargado de señas y contraseñas, algunas que quedan no dichas y misteriosas otras que se expresan explícitamente con el calor y la humedad de una lluvia de verano recordando esa tierra roja: una siesta misteriosa, un cuervo negro picudo, un tucán comiendo de la pasionaria, una hermosa y pequeña urraca tomando el agua de un charco.


Y, sin embargo, por más que opere la transformación del ser los “Murmullos” en el recuerdo traen la imagen indeleble de una gurisa que baila muy descalza bajo la lluvia, con las ojotas en la mano. La pluma del tucán viene cargada también de tinta lasciva. El sentir por la mujer amada y perdida, el domicilio dejado, el enrutamiento  abandonado, esa fotografía carcelera,  clandestina, que siempre estará escondida en algún lado. Con el enigma de una caminata nunca ocurrida entre siesta, humedad, aguacero de verano, piso caliente y mojado, ambiente vaporoso. “Mormaso”. En el recuerdo de una mano nunca tomada baila la memoria de tu zaguán chiquito en el que ni siquiera una lluvia muy descalza de algún otro carnaval, por más que sea la lluvia linda de Salta, hará olvidar los besos húmedos de aquella gurisa inocente de ojotas en el barro y de chipá en el canasto.

La suerte está en la acción, la palabra es acción, y de ella deviene el pensamiento. No hay pensamientos (plural) que sean peligrosos, sino que lo que ´es´ peligroso es el pensamiento (singular).

En la solitud del pensamiento y en su murmullo se presenta un compañero peligroso, pero necesario, que invita a recordar y tener memoria con información y formación de juicio, ya que activar el pensamiento es activar el vuelo de la mariposa cerca de las llamas, y en su devenir está la suerte del hombre de acción.

Murmullar: de la palabra y su acción deriva un nuevo accionar, una transformación, un recuerdo mítico acorde al tiempo vivido que enseña una actitud a no sobredimensionar el cielo y las estrellas, pero tampoco a sub-dimensionar al Universo, sino que a justi-dimensionar la vía ancha, para ubicar en la coordenada precisa a esa mariposa que aletea en la vía láctea y evitar que el colectivo pierda más pasajeros, o tenga nuevos accidentes y que en su transformación conduzca a una nueva forma de destino común y organizado, esperando la segunda venida del Señor que juzgará a quienes fueron justos y a quienes fuimos injustos.


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