sábado, noviembre 22, 2025

El murmullo una signatura en el cuerpo (La Inspiración).

III- El murmullo una signatura en el cuerpo (La Inspiración).  

 

(Tercera parte del ensayo al poemario “Murmullos” de R. Cura.).-

 

“Cuerpo” aparece en la serie poética como un punto de quiebre que pareciera en la superficie un murmullo procaz, desvergonzado, explícito. Sin embargo, desde su aparición ofrece la posibilidad de sumergirse en una cuestión más profunda: la inspiración. ¿De dónde viene eso que llamamos inspiración? ¿Cómo la compartimos? ¿Qué evidencias y señales deja en la persona que fue tocada por “La Musa”? ¿Cuándo nos abandona la inspiración? ¿Por qué se va la inspiración?

Queda claro que en “Cuerpo” la inspiración vino de la mano del erotismo y la búsqueda de alternativas creativas con el otro de carne y hueso. La inspiración se bañó en esa fuente inagotable de imágenes que sacude la emoción carnal del espectador.

En los versos de “Cuerpo” el dibujo produce un universo del uso de los cuerpos y remite a una cuestión básica y elemental: la unión sexual que lubrica la maquinaria de la inspiración, pareciera que surge como una laboriosidad del poeta perseguido que trata de escapar de la autoridad y de la corrección política. “Cuerpo” expone de forma tenaz el relacionamiento sexual. Uno es esclavo del otro y el otro es esclavo de uno.

Y en ese encarnecer del cuerpo la poesía encuentra un punto límite, el punto de quiebre, que no está dado por la paralización del movimiento, sino que transcurre lentamente hacia un final de a dos que se comparten, cuando uno fue esclavo del otro, un punto de unión que deja una signatura en el alma de ambos amantes. Y así la extensión del poema lo lleva a estar en un estado de gracia que adopta la forma de gloria por encarnar con el otro. La inspiración en este punto baila en la inflexión de la debilidad de la carne con la depravación del placer y pareciera que nada bello pudiera surgir de allí más que un espectáculo explícito.   

El bailarín que en otro momento estaba en puntas de pie, haciendo un equilibrio maravilloso, dejó atrás la inflexión, su movimiento ya no es espectral, es historia, y la medida ya es una desmedida cuando la cavidad se llena y se para la gloria del espectáculo y se cae en el abismo. Pero su pareja lo salva con amor. Y la inspiración que polarizaba en las emociones de placer, depravación y explicitud ajustó la clavija de la cuerda buscando la armonía perfecta para re-polarizar en una sensación de huida de ese lugar traicionando a la carne y al uso explícito del cuerpo del otro.



Como un criminal en la escena del delito la inspiración deja la evidencia de haber estado ahí. La signatura de la inspiración: “Mis dedos se clavaron/ en tus glúteos reforzados/ mis piernas se enredaron/ a las suyas contorneadas.”. Y las líneas que siguen son mecánicas, con la huida de la inspiración. Recién en la posesión de las almas la inspiración parece querer volver. ¿Cómo hubiera sido expresada esa posesión del alma en un cuerpo que ya fue invadido? ¿Hubiera hablado en lenguas extrañas? ¿La blasfemia se hubiera apoderado de la cama? ¿Los besos hubieran sido tantos en los labios que hasta la boca de ella se hubiera puesto celosa? ¿Y si ella suspira profundamente es porque finge que sueña…? ¿Suspiró por compromiso, o traiciono a ese primer amor que no le enseñó a suspirar, o por el dolor de haber envidiado el suspiro de su amiga? Estas incógnitas surgen de haber recibido el toque de la inspiración pero que quizá faltaron explorar en ese segundo de vida plena en que ella disfruta o finge que disfruta. Faltó ir a fondo en el proceso de de-sensorialización.  

Todas estas preguntas surgen como punto de encuentro entre la inspiración y su abandono, cuando el poema es mecánico al haber perdido eso que llamamos “La Musa” y centrarse en narrar eso de lo que dos amantes hacen experiencia hasta el fondo en el ámbito de la intimidad. La inspiración durante todo el poema buscó un sustantivo concreto y sólo encontró un: “…glúteo reforzado…”, o una “…nube de algodón…”.

La inspiración es materia de ejercitación y se la puede dosificar o administrar en un espacio que calcula la persuasión del público. Pero en “Cuerpo” parecía querer repetir todo de forma no administrada, la inspiración viene de nuevo al poema y fueron como esos amantes que se despiden al amanecer en el asiento del vehículo, ya no queda nada, pero los besos siguen como si nada hubiera ocurrido, porque muchas cosas que pasaron y no se podían más que decirlas con bombos y platillos surgen palabras de alivio y de recuerdo para lo que casi fue un silencio turbado y más que turbado, un indecible con un juego quebrado porque las letras con su manera procaz le ganó a la imagen. Sin embargo, estas letras en la suma global dan cuenta del contexto amoroso en el que se vive el uso de los cuerpos.

La inspiración del  murmullo en “Cuerpo” se convierte en una marca sin tregua, sin piedad, una signatura que provoca al espectador, y deja una marca al recrear el indecible de pueblo que se guarda por compasión al prójimo, pero que en las letras todo se dijo y nada se guardó. Se dice el pecado pero no el pecador: en este caso se conoce a uno de los pecadores, sin que del otro consorte se tenga más noticia que el “…glúteo reforzado…”.



“Cuerpo” es una signatura dentro de “Murmullos” que hace de la experiencia del uso de los cuerpos una reproducción de la inspiración no administrada con el aluvión de la poética que toma la propiedad de la razón.

La autoridad del político impone cómo deben ser las cosas y manda a perseguir al poeta que tiene como única defensa su pluma, un papel, y su pensamiento: la poesía. Las mariposas murmullan, aletean cerca del fuego del pensar y transforman al poeta en un guerrero que escalda su poesía en tinta caliente y ella traza un dibujo que se defiende del abuso de la autoridad del político. En el calor del combate el escribiente guerrero se convierte en un poeta escaldado y la autoridad del político perseguidor de la dignidad humana de la otra persona en la cama se empequeñece y pareciera que le crece la nariz como a la marioneta de madera: pinocho.

El escribiente es un dos en uno; por un lado, es un político que decide hasta dónde desea que llegue el camino y cuáles son los puntos que es necesario unir; por otro lado, el poeta, es el ingeniero que decide la armonía y la belleza de la obra, su economía, su eficiencia, su resistencia. Y el escribiente es una unidad cuando habla el lenguaje de la inspiración. De este modo, nos damos cuenta que en “Cuerpo” el escribiente cuenta con aquellas dos características: político y poeta; ambos tienen su denominador común: la inspiración.

Una poesía inspirada en lo más básico del uso de los cuerpos, que va a la bajada vieja del instinto animal, al Norte y abajo, imposible perderse. Una poesía de guerreros enamorados que se baten a duelo en la intimidad. Una batalla inspirada sin metáfora, sin comparación, al hueso, tan blanda como la piedra reforzada por los años que se debe atravesar para la traza de nuevos caminos, y tan joven que por más que el camino sea viejo nos servirá de conductor a nuevos destinos. De polvo somos y al polvo habremos de volver porque cuando el fuego se apague y la mariposa aletee hacia otro rumbo en su murmullo seremos cenizas, una ceniza que nos habrá de igualar a todos…     


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