domingo, septiembre 17, 2006

El uso y la costumbre hecha ley

Publicado en el diario El Territorio de Posadas

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A fuerza del uso y de la costumbre, las conductas humanas que no alteren preceptos naturales, se imponen en las diferentes legislaciones y normativas en cada uno de los Estados del globo. A modo de ejemplo, por el propio peso del uso y la costumbre, en Argentina a fines de la década de los ´80, se legisló sobre el divorcio vincular, que de hecho, existió desde que hay matrimonio, pero que recién en los ´80 se autorizó legalmente a la sociedad conyugal a disolverse.
En Misiones y en todas las provincias fronterizas de Argentina, hay una realidad incontrastable: el contrabando.
El uso y la costumbre hizo imponer el erróneo pensamiento de que ingresar mercaderías sin pagar tributos al Estado no es una acción ilícita. Instaurándose de esta manera la constante en el imaginario colectivo de que el contrabando es un medio legítimo para obtener ingresos económicos.
Es indudable que Argentina tiene una gran dificultad para implantar un sistema de control eficiente y eficaz de las mercaderías que ingresan de contrabando al país, ya que existen 9.300 kilómetros de frontera terrestre lineal que es necesario custodiar.
La dificultad no radica solamente en la extensión, sino también en las diferentes características geográficas: montañas, montes y la mayor parte de esta extensión son zonas despobladas de alta permeabilidad para el paso contrabandista.
Hay entradas al país para el contrabando por tierra, aire y mar; por lo que la labor de las autoridades de control debe ser ardua y coordinada, lo que en los hechos no siempre ocurre.
A efectos de tomar un acabado conocimiento de la realidad operativa de control en Argentina, hay que recordar que los 9.300 kilómetros de extensión fronteriza en sus límites con Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay y Bolivia, representan un fluido intercambio comercial.
Ese flujo comercial no sólo es con nuestro país, sino también entre los países mencionados, desde y hacia otras naciones, y atravesando todo el territorio nacional, por los 47 pasos fronterizos habilitados bajo el control directo de la Dirección General de Aduanas, además de los 48 delegados a Gendarmería Nacional y 34 puestos de Prefectura Naval Argentina; contando con 57 aduanas, 9 zonas francas operativas, un área aduanera especial, 12 aduanas domiciliarias, y aproximadamente 180 depósitos fiscales generales y particulares.
Todo este fluido comercio se produce en los pasos fronterizos habilitados, ni hablar de los pasos que no están habilitados y que redundan en todo el perímetro limítrofe de Argentina.
Por los pasos fronterizos habilitados, se registran más de 260 mil operaciones anuales, con una fuerte concentración de operaciones en pocos lugares, pues en quince sectores aduaneros se registra el 90 por ciento del movimiento total: Paso de los Libres, Santo Tomé, Bernardo de Irigoyen e Iguazú, en relación con el mercado de Brasil. Mendoza, Bariloche y Jama-Jujuy en lo atinente con el intercambio con Chile. Gualeguaychú y Concordia referido a Uruguay. La Integración Austral (con Chile y Área Aduanera Especial), y Pocitos (en lo concerniente a Bolivia), además de Clorinda y Posadas con respecto a Paraguay. Y no hay que olvidarse de los majestuosos movimientos que se realizan en Buenos Aires y Ezeiza.
En estrecha relación con lo expuesto, se puede mencionar la marcada falta de radarización del territorio nacional. Recientemente, se dieron a conocer cifras alarmantes en este sentido; mientras la radarización de algunos de los países limítrofes alcanzaría al 90 por ciento de su territorio, en Argentina la superficie radarizada es sólo del 4 por ciento. Como atenuante de esta situación se debe aclarar que dentro del territorio considerado para esta medición se tuvo en cuenta al Sector Antártico Argentino, pero aún así el porcentaje sigue siendo notablemente bajo en relación con los países vecinos.
La conciencia nacional del ciudadano argentino no se caracteriza por la defensa de todos los espacios que integran la identidad nacional. Una muestra de ello es que, en la búsqueda del bienestar individual, eludiendo el bien común, el sacar ventaja de algunas debilidades de control económico nacional es parte del folklore.
Así, el contrabando, en el ideario popular de las regiones fronterizas no constituye delito; por lo tanto es tomado como una "avivada" y no existe condena social para ello, todo lo contrario.
Esto evidencia que para lograr una conciencia social para el control y condena social del contrabando es necesario todo un cambio cultural y refuerzo de la identidad nacional a través de la educación de la población a través de charlas en los establecimientos educativos, jornadas de reflexión, extensión universitaria y una campaña nacional y regional a través de los medios de comunicación.
Por este motivo, a simple vista notorio, es que se hace necesaria una rápida y contundente acción dirigida a que el uso y la costumbre no afecten a la normativa vigente y a la toma de conciencia nacional. Porque no sólo que el contrabando daña y contamina a la industria nacional y se relaciona con las peores facetas de la corrupción estructural que afecta a nuestro país; sino que el contrabando altera a los derechos de los trabajadores argentinos.

viernes, septiembre 08, 2006

Un sicario budista

A lo largo de mi vida he adquirido ciertas manías y vicios. Sin duda, mi intenso apetito por las cosas nuevas es lo que me anima a levantar mi cuerpo de la cama a cada mañana. Entre otras cosas el día de hoy he descubierto al mundo del blog. Todo gracias a un asesino a sueldo, alejado del nirvana, que me sugirió escribir mis pensamientos y experiencias en un blog. Aquí estoy, tratando de vivir para contar historias a mis amigos, enemigos y a todo aquel que se cruce en el camino.