jueves, noviembre 06, 2025

En el circo eran cinco hermanos… El payaso, la mujer maravilla, el domador, el botellero y el mago. (Estado sí o Estado no)

Había una vez un pueblo chico de una frontera muy, muy lejana, donde la risa y la alegría habían sido expropiada en beneficio de pública utilidad donde el Estado era el dueño del circo. El León tenía ínfulas de Libertad y, en realidad, estaba más enjaulado que nunca; el enano era uno solo y cada día que corría tenía menos participación en el espectáculo circense, los acróbatas ya se habían dado varios golpes y decidieron abandonar el negocio por falta de garantías; y la decencia de la mujer de maravilla hacía equilibrio en la cuerda fofa de los acróbatas.

 

Cuando no había espectáculo la estética de la mujer maravilla se paseaba tras bambalinas en los camarines de los chistes malos del payaso y de la varita cada vez más floja del mago, quien durante las funciones diarias se dedicaba a buscar su serrucho perdido.

 

En aquella frontera lejana por la tarde comenzaba la obra. El presentador era el payaso, él siempre muy agradecido con el escaso público, convocaba al domador del león, quien con maullidos de felino domesticado salía de la jaula y obedecía las órdenes siniestras del domador montado en sus zancadas de gallo. Prendían fuego la argolla, pero el león ya no saltaba. Tiraban un poco un hueso, pero el león no se movía. Con más pena que gloria el rey de la selva se retiraba.

 

En la pausa de la función pasaba el vendedor de bollos para sostener la recaudación del circo, la masa frita con azúcar y rellena de crema o dulce solía ser una bomba al sistema digestivo de los espectadores. Entrada la noche se escuchaba aparecía el botellero que pasaba recolectando los envases de las botellas al grito de: -“booootellero, booootellero”…

 

Para finalizar la obra, el mago se servía de la asistencia del bollero y de la mujer maravilla, quien aparecía con un cambio liviano de ropa que dejaba ver un ojo tatuado en cada glúteo, por lo que a su retirada era imposible no verla a los ojos. Infarto.

 


El mago preguntaba al bollero cómo había ido la venta en clara referencia a su interés por la recaudación entonces. Entonces el bollero pasaba la canasta a la mujer maravilla para contar el dinero. Mientras se hacía el recuento del dinero aparecía en payaso con el serrucho en la mano argumentando que lo encontró debajo del león dormido. La herramienta a manos del mago.

 

Mientras, la mujer maravilla sacudía un poco la canasta y contestaba, quedan dos bollos, uno con crema y uno con dulce, pero pasaba el payaso y se robaba un bollo de dulce y en el tumulto la mujer maravilla se comía el bollo con crema entonces.

 


Entonces el mago, que era recaudador, le daba la canasta al payaso y los echaba del escenario junto al bollero que se iban maldiciendo con las manos vacías después de haber trabajado toda la función. A la retirada del payaso y del bollero el mago hipnotizaba con su varita a la mujer maravilla. Pase de magia. Conejo negro. Palomas vuelan.

 

Con un poco de crema en la comisura de la boca, la mujer maravilla caía rendida al hipnotismo del flagelo mágico. El mago golpeaba el serrucho contra un hierro y la serruchaba al medio. Con el dinero en el bolsillo y dándole al serrucho el mago le limpiaba la crema de la boca a la mujer maravilla. Partida al medio.

 

Y en eso aparecía el domador con el león domesticado, con un collar y maullando como gatito. Pregunta cuánto habían juntado de la recaudación y junta el torso y las piernas de la mujer maravilla. Une las partes y se la lleva, junto con la recaudación.

 


El público presente pero inmóvil y el domador se llevaba a la mujer de la maravilla de la cintura, caminando y en perfecto estado. Mientras que en el fondo del circo el bollero se sacude solo la harina porque mañana tiene que seguir vendiendo para la recaudación del circo y el payaso en su camarín llora enamorado y le habla a la pared de su camarín vacío: “la mujer maravilla come el bollo del domador, es un mal necesario, él es la autoridad”.

 

Había una vez un circo en un pueblo de frontera…


miércoles, noviembre 05, 2025

Volver al Futuro: La locomotora del Tiempo busca otra Estación de Fuego (Acto Creativo)

Hace unos días cerca del mediodía en la plaza Colón de Córdoba ví un grupo de cuatro chicos jugando a las escondidas y volví al pasado con recuerdos de la infancia. Los niños corrían para esconderse, mientras otro llevaba la cuenta en la piedra, algunos escondidos se paralizaban cuando les alcanzaba la vista, y al cabo de unos minutos todos terminan descubiertos. Sin nombre de cobertura, de repente, apareció el adulto a cargo: la imagen se lentifica, el calor del juego disminuye, el grupo de chicos se concentra en el centro de la plaza, la imagen casi que se paraliza, y la remite a un pasado de inocencia sin prisa. El juego termina. El adulto, el quinto individuo, distribuye bolsas de consorcio a los niños que deben venderlas en el rojo del semáforo frente a los arcos dorados de la globalización de la avenida Colón.

 


Durante el juego el ser recuerda imágenes cargadas en su memoria y la aparición del adulto cataliza el tiempo y lo regresa del pasado al futuro, el adulto del juego, el quinto sujeto del grupo, el recaudador del producido de los niños consume la imagen de tiempo. En ese sentido dice, la Estación de Fuego (EF) de Numy Silva: “…Quédate en esta constelación de besos…”.

 

La imagen de los chicos jugando a las escondidas inicialmente parece inmóvil con la inocencia de esconderse ante el temor de perder el juego. Al cabo de unos segundos, el chico que lleva la cuenta descubre al primero; es como cuando con el paso de las páginas de la EF se descubre al primer niño que está escondido.

 

Así como en las escondidas de la plaza, la letra en verso de la EF es un espectáculo sublime. El espectador se percata de que en realidad las imágenes siempre estuvieron ahí; primero escondidas; después, en cámara lenta se delatan y van directo al corazón. La extrema lentificación inicial de las imágenes hace un ser inmóvil, casi petrificado, pero el fuego se alimenta y las chispas viajan al cosmos de aquellos niños que corren en la plaza para darse la piedra libre los unos a los otros.  

 

Las páginas reemiten a una sensación de familiaridad y extrañamiento de imágenes. Un dibujo escrito. Un ser que lentamente se consume de tiempo, un quinto individuo del grupo de las escondidas que está ahí presente y que observa el juego de los niños. Al inicio de las páginas de EF la familiaridad de la letra transporta al ser y lo lleva a un acercamiento de imágenes comunes. Con paso de las imágenes sobreviene el extrañamiento de las pasiones y sensaciones: los niños juegan en la plaza un juego de amor, el espectador sólo mira, no participa.

 

Con paso de las páginas de EF, el poema toma acción y ese extrañamiento, hace un llamamiento al ser e invita a jugar, convoca al sentir: “Escribiré tu nombre / en la arena / en la piedra / del tiempo / en cualquier rincón / del universo…” (Página de besos. EF. Pag 29.)

 


Pareciera que esa niña que escribe es la niña que vi jugar en la plaza: desea escribir en la piedra el amor que quiere encontrar y que pese a que lo busca no lo encuentra. Es una niña que hace la cuenta con los ojos tapados y el deseo prohibido de la piedra libre la empuja a correr por la plaza, aunque en esta instancia del poema aún se encuentra en la clandestinidad de la vida privada a diferencia del juego de los niños de la plaza que ocurre en el espacio público y gritan a los cuatro vientos su divertimento. Es una niña que aún mayor desea el encuentro del Nordeste de la vida, arriba y a la derecha, mirando una coordenada quizá ecuatorial, al centro del Mundo, entre palmeras, arena, mar, y aceite de coco, una cartografía caribeña que traiga para abajo por la vía del amor y del romanticismo la locomotora de lo prohibido.

 

El poema de EF exige una atención a la que el público no está habituado porque, hoy por hoy, la reproducción de la obra de arte se acomoda a un espectador distraído. El espectador es un juez que ya no espera. Todo es instantáneo, inmediato, efímero, vía streaming. Ya no queda tiempo para disfrutar de la brecha o intersticio del tiempo y abrigarse en el calor de la llama que dispersa la lumbre en la oscuridad y se haga ceniza en la claridad.

 

Contemplar la estética de la llama, las chispas, y la ceniza de las imágenes de EF es centrarse en aquellos recuerdos de la infancia del primer amor y con-centrarse en su cine, en su pasión, en la ternura de sus besos y latidos. Es disfrutar de un juego siempre presente –como el moverse de los niños en las escondidas-, es el espectáculo lo que produce placer y en su hendidura el ser hace del tiempo, irremediablemente irrepetible, un momento partido entre pasado y futuro que está compartido en presente: las imágenes de EF se comparten como los niños comparten su juego de la mancha en la plaza Colón.

 

Crear, recreo, y re-crear

 

En términos genéricos la obra de arte es interpretada conforme a la carga de imágenes que tenga el ser en su memoria, en su base de datos, ya que lo que caracteriza a la especie humana es la razón y el sentido común. En esta característica tal vez la especie humana pueda ser análoga a la máquina.

 

Sin embargo, antes de su interpretación se encuentra la instancia creativa de la obra, un momento específico de la especie humana, y que lo distingue de la máquina y de las otras especies: la imaginación (imago).

 

La creación de una imagen es encontrar el Nordeste de la vida y se produce entre dos polos opuestos en un clima entre despolarización y repolarización, un clivaje entre dos campos antagónicos, entre ciudad y aldea, entre juego y seriedad, entre ajuste y des-ajuste de la clavija de la cuerda de la guitarra, y entre la rima de las sílabas sonantes o asonantes y el verso libre, o entre la vibración del sonido y el silencio, entre el gesto y el movimiento del rasguido en el subir o bajar la mano.

 

Encontrar el polo creativo y soltarlo a la realidad para que descienda como un tren imparable en bajada tratando de que encuentre alguna estación de fuego donde aparcar. Localizar ese centro creativo es un punto de encuentro donde se produce el acto creativo.

 

Crear es encontrar el polo entre ciudad y aldea, el tono adecuado, la pincelada bonita, la melodía gustada, la armonía perfecta, el gesto entre suspensión y movimiento, el silencio en el sonido, entre la guerra y el amor, entre la paz y el odio. Ese centro creativo aparece explícito en EF en versos de alto voltaje: “…para ubicarte / en el centro de mi latitud ardiente…” (EF. Pág. 17), el inconsciente creativo emerge y se patentiza en voltajes de una sinrazón de un fuego carnal que todo lo consume en ser y tiempo pero que intenta mesurar con seriedad y razón: “…para neutralizar / espigas mordidas de sequía / para insertar estrellas / en ojeras que amanecen…”, continúa el verso libre del mismo poema “Voltajes de Ternura”.

 

Generar alto voltaje es parte del acto creativo que se sabe con la culpabilidad del criminal y que ya no le interesa ser descubierto. La clandestinidad de la vida privada es abandonada y la escondida se juega en la plaza pública. Un criminal que sabe responsable de su conducta criminosa y se entrega a un juez del tiempo que declina la competencia y que, como siempre, lentifica todo lo que toca y la imagen se llena de tiempo. Ojos tapados. El público no ve la culpa del delito, sino la profundidad de la pasión del criminal, su motivación artística e intenta dar a cada uno lo que le corresponde.

 

Quinto sujeto, adulto responsable. Los niños abandonan el juego y se ponen a vender las bolsas en la calle. El recreo terminó. El acto creativo poético deambula en las oficinas burocráticas. El tiempo pasa, la ausencia mella el alma y la emoción es tan profunda e intensa que se hace necesario volver a recrearla a un año de los abrazos y besos, dice EF. Es la imagen de todo amor y de todo dolor, de haberse compartido y de saberse ahora partidos en una instancia desfigurada por la ausencia del ser amado. Múltiples ausencias contabilizan en la partida doble que no se logran conciliar: i. la tarde que ya no está; ii. el sabor agridulce de las guayabas; iii. las guerras en nuestros parpados; iv. Tu voz derramándose en las alturas de mi cuerpo.  

 


Desde el Nordeste de la vida, pasó la locomotora imparable en bajada y se llevó puesto todos los frenos y las contenciones posibles de la identidad individual y produjo transgresiones e infracciones de la carne y del espíritu, por más que pasen Mil y Una Noches de risas el sultán no desea indultar la pena; por más que La Cueva de Alí Babá y sus Cuarenta Ladrones esté llena de focas aplaudidoras y sus bienes gordos jueguen a las escondidas todavía la caverna tiene el recuerdo del ladrón cuarenta y uno; y el deseo quedar ausente en la estación se perdió en los laberintos de la piel, en el silencio y la oquedad del interior de La Lámpara de Aladino y el Genio, porque otro se llevó los besos hace del tren que no venía a la estación.

 

Re-crear, volver a crear

 

Pudiera volver a nacer un miércoles de cenizas e igualarme a todos los hombres que fueron concebidos con dolor, sudor y hedor de parto. Pudiera volver a nacer un miércoles de cenizas como consecuencias del fuego y del amor de mis padres. Pudiera volver a sentir las campanas de la Iglesia y en su llamamiento, olvidar mis pasos en falso para acercarme con risa y alegría a una fiesta de domingo. Pudiera volver a nacer y recordar aromas y sabores de la cocina de mi abuela y del dulce de guayaba o de la mermelada de durazno o de Higo, que perdí en el camino.

 

Esos gustos, sabores, e imágenes no dicen palabras, no dicen nada que puedan ser entendidas por el oído, no llaman, no hablan y, sin embargo, se sienten e interpretan. En las tardes me acompañan y me envuelven, me estructuran. Una estructura como la de los chicos jugando a las escondidas en la plaza. Agridulce. Recuerdo de trigo verde, de monte, de río y de guayaba, con el envolvimiento del sonido de las campanas.

 

Volver a crear, re-crear, para encontrar el nuevo polo de estructuración de ser y tiempo, ajuste y des-ajuste, entre repolarización y despolarización, entre recuerdo y futuro. Volver a la casa del padre creativo es genio esquivo eso es lo que fue para mi EF de Numy. Pudiera volver a nacer y mi espíritu más impetuoso, pecaminoso, culpable y reprochable. O virtuoso y admirable. Pero queda decirse algo sin necesidad de hablar. Esto significa para mí el tren que viene, su fuego y las cenizas, el agridulce y la guayaba, las campanas y el retorno a la estación del padre creativo.

Este significado de fuego y ceniza lleva incita la imagen de una batalla: de guerreros amantes. La satisfacción de haberlo dado todo hasta morir en manos del enemigo. Y si la guerra continúa, ya que solo los muertos conocen el final de la guerra, mientras el ser espera el tren que los vivos disfruten de la poesía de la estación. Ya que la única instancia legal perpetua es el infierno y el tiempo todo lo cura.

 

En un cuartel los soldados también viven una estación de fuego y he oído que siempre esperan algo, que no se les pase el tren. También he oído en ese cuartel, que era una especie de limbo en la tierra, como cuando los niños venden bolsas en la calle, a alguien decir que su institución es el infierno de una burocracia desconocida: un Estado dentro de otro Estado. He oído que la vida es el castigo que sufren los condenados en esa burocracia desconocida. Pero entonces, ¿por qué los soles? ¿por qué los ganchos y las estrellas? ¿por qué las aspirinas para el dolor de cabezas? ¿Por qué estar de espalda con espalda o arrastrarse en el pasto hasta no poder más?

 

A menos que se piense que para hacer más difícil la pena aún más vil y sutil el castigo ha sido colocado exactamente en el paraíso en esta tierra que parece una guerra. Eso es justamente para mi estar acompañado de un montón de seres con capacidad de imaginación y de crear, de tomarse recreos, y de re-crear en esta estación jugando a las escondidas.


miércoles, octubre 29, 2025

Lembranza da Rosinha: la historia del policía Z con un Dispositivo Jota


CUENTA LA LEYENDA que en La Rosinha de Rio de Janeiro patrullaba un raro policía que creía en la verdad, la perfección del sistema legal, en la seguridad y en los valores de Orden y Progreso en Brasil y tenía una combinación de policía autoritario parecido a Callaghan de la película de Harry “El Sucio” y de policía yoguini parecido a Josh Harret de Hollywood: Departamento de Homicidios.

El servidor de la Ley se llamaba Joao, provenía del sector pobre de la población y sus camaradas lo llamaban policía Z en referencia a la simbiosis de sus valores democráticos, de respeto a la ciudadanía y porque en la guerra en contra del crimen organizado apretaba el gatillo y después preguntaba. Su día a día transcurría en una comunidad teñida de prácticas corruptas en su institución, violencia en las calles, maconheros favelados, y clases online de yoga y meditación.

En interacción con su jefe, en la delegación sede de bandidos sueltos y tras las rejas, el superior lo miraba con cara de qué nuevo derecho humano habría de comentarle en la oportunidad y la conversación siempre terminaba con el mismo diálogo, le decía el comisario:

 

-                     Zeta, si quieres reír tienes que hacer reír. -Refiriendo a que debía tener cintura entre la aplicación del modelo del policía autoritario, conocido como el policía malo, o policía X; y el policía al servicio de la Ley, policía bueno, o policía Y.

El policía Z todas las mañanas se uniformaba de Policía Militar azulynegro camuflado, calavera tatuada en la piel, en la cintura llevaba su arma reglamentaria, se protegía con un viejo chaleco antibalas, y un obsoleto dispositivo telefónico al que había denominado Jota entre sus otros aparatos tecnológicos por la inicial de su nombre.

Como una mañana regular empezaba en la delegación con una clase de yoga, meditación, y respiración controlada, al estilo de control de criminalidad, despacito sin que Harry El Sucio se despertara en su interior. Sonaba el viejo dispositivo Jota y debía salir a la calle. Ese día era para lo que se había preparado: el narco bombardeando La Rosinha con drones, ametralladoras, bota táctica militar Under Armour en pie bandido; el narco opera dispositivos electrónicos desde puntos de conexión móviles, escudándose en la población de la favela, emitiendo órdenes y contraórdenes a sus halcones (menores de edad, taxistas, repartidores de aplicación) que son sus ojos en el terreno. Franja de Gaza en cartografía Carioca.

Y el dispositivo del policía Z ya es obsoleto, su arma reglamentaria, su chaleco, y nada mas que su formación en la escuela de policía militar de Brasil. Una vez en el morro el policía Z no es un camaleón, es amarillo cuando todo se tiñe de humo negro. Transpira frío. Camina en los pasillos de La Rosinha y huele perfume francés, se dirige a la locación y por la ventana de una vieja instalación logra divisar en el interior a unos jóvenes con headset con micrófono colocados, flacos, dedos largos y finos, que tipean y cliquean a toda velocidad, gritan, y ríen. Fiesta. Gatillo fácil del Counter favelado. Vía dispositivo Jota da aviso a su base de la locación de comando y control de la organización que se resiste a la acción policial y estatal de represión de la droga y el delito. Silencio.

Resiste unos momentos más y las detonaciones aumentan. El perfume se disipa. Silencio en su dispositivo obsoleto. Inhibidores de señal. El dispositivo Jota muerto. Y el dispositivo militar que coordina las acciones de control de criminalidad en La Rosinha intervenido. Silencio en el dispositivo militar que trazó el Estado para repeler la acción del poder paralelo que resiste con uñas y balas el dominio territorial de La Rosinha. Ante el silencio, se persiga, mira los brazos extendidos del Corcovado, y abandona el traje de policía Zen, se viste en piel de policía malo y Harry El Sucio irrumpe en escena y da muerte a los adolescentes que comandaban los drones que atacaban a sus compañeros morro abajo. El enemigo sin saberlo se amontona en cadáveres; el grupo de adolescentes comandó sin saber un escuadrón de drones que atacó a la policía.


Policía Zen ese día termina en el confesionario del cura, abatido de dolor y tristeza por haber neutralizado el centro de comando y control del narco en La Rosinha. El día termina contrariado por matar al que juega con la violencia sin saberlo. Rio de Janeiro humea. Las transacciones cripto continúan su flujo en las conexiones de todo el Mundo. Y la entropía del sistema se mide en acumulación de cadáveres. Y el malandro se pregunta: ¿tendré suerte el día de hoy?.-  


martes, octubre 28, 2025

La estación de fuego: inoperositá corporis: la nueva felicidad

El fuego enseña cercanía y a la vez lejanía. Imágenes que transportan al sentir la ausencia y la presencia. El fuego en su crepitar fluctuante e impredecible remonta al paso del tiempo irreversible, irrevocable el chasquido de la chispa que detonó es irreproducible un tren que pasó, un vagón que sonó, un durmiente que tronó. Mientras en la estación pasa y pasa otro vagón ya nada será igual en la ausencia, ya todo será diferente en la estación. Porque si sólo te quedas mirando e inoperante la estación es de fuego: el cuerpo está en descanso: es una nueva felicidad, la delicia.

Con el cuerpo inmóvil lo tienes todo y sólo estás en la estación y te quedas ahí: "...en esta constelación de besos,/ en este mes ardiente/ con mi sonrisa y tus brazos,/ (...)/ en este resplandor de dicha,/ en esta estación de fuego./ (...)/.". (Estación de Fuego N. Silva Pág 9. Julio 1991. Comp. El Territorio. Impresión Panorama.).

Quedarse y estar en una estación es una forma de ser y estar en el universo porque por más que la que la constelación de besos se dibujen de diversas formas siempre estarán las estrellas pintadas en el lienzo del cielo. El cuerpo inoperante del otro será el firmamento donde se dibujen constelaciones de dolor y de placer, de amor y de odio, de angustia y de paz. Y en esa inutilidad del cuerpo, cuando ya nada queda por hacer más que solo estacionar, ubicarse en la estación parar detener la marcha y contemplar el fuego.

La inoperositá corporis es ver el estado de cosas o el estatus del ser. Y del existir que se destruyen. Para que el dolor sea la mejor docente de las experiencias vividas y por más que haya otro cuerpo en el momento de la inoperositá, de inutilidad, de inanidad o de inoperositá ya nada queda por hacer mas que solo yacer. La inoperositá corporis es una forma de estar y de estacionarse, en la estación, en una estancia de fuego. Y en esa estancia  es cuando el universo arde, como cuando arde el Reichstag y las leyes se queman y no resta edificio por amar, la sede del amor es solo la inoperositá, la nueva felicidad, una delicia.

Y años más tarde el dolor enseña y es docente que enseña con brutalidad y el alumno se rinda a la contemplación, ya no se puede aprender más que solo la pérdida y la soledad. Con angustia la estación de fuego es un espectro del amor que fue en el pasado. Ya que una estancia de esta naturaleza es condicionada a su alimento: al roble o a la paja que alimenta el fuego. Sabiendo que no resta nada más que enamorarse de los propios errores y hacer de ellos una razón de estar (raison letatt). Admitiendo que siempre los errores serán la causa primera en el segmento lineal del tiempo y la verdad siempre será la última estación o la penúltima estando en la inoperositá de la estación.

Al apretar la mano del otro cuando no vemos ni oímos más que el vagón que nos toca y ya no se debe subir porque su destino es el final del poema. Y en esa finalización sólo queda el juicio y la condena sin jamás darse tregua y sin piedad hasta romperse las almas.

Y tratar de movilizar el alma en esa estación de inoperosidad es reconocer que las piedras parecen más tiernas que la carne y que el fuego de un pasto seco más luminoso que el sol. La contemplación de la belleza y de la estática de la estación de fuego radica, no en la acción sino en la nueva felicidad del ser o en la condición hipnótica del fuego. En la belleza la eternidad del momento efímero hace sublime algo pasajero y aprendemos que la felicidad no consiste en ser el último o penúltimo poeta de la historia de los tiempos y de las estaciones, sino entregarse completo a la inoperosidad del cuerpo, ya que ser poetizado por algo o alguien que no conocemos eso es la felicidad: una delicia.

 

Interludio : 

Enseña el fuego de calidez en invierno y de cobijo al frío. En la intimidad del hogar la llama flamea, sus brasas parecieran eternas, la madera que lo alimenta huele a monte nativo. El fuego también enseña piedad y compasión en el momento en que los amantes se rinden de placer y la llegada del tiempo inoperante es iluminado entre claros y oscuros. Cuerpos desnudos. Rendirse a la belleza del otro, del fuego que mata, y a la existencia del leño, es un eterno recuerdo del no matarás y como un vil homicida al fuego hipnotiza y se lleva consigo todas las atenciones. Quinto Mandamiento: "No matarás", y viene el cambio de marcha a fondo del pedal, el motor de la locomotora pide más solo. Y viene una nueva marcha que imprime una nueva la velocidad: más acción.

Pero es una sobremarcha de felicidad para no gastar más de lo debido en territorios de fuego, latitudes inéditas que subyacen en vestigios de una civilización tropical como si fueran las autopistas de Obebrecht jugamos a rápidos y furiosos entre sábanas de la vieja Panamá y prendemos el fuego de las gomas con el alcohol del ron y la brasa del tabaco nos escondemos en el humo de la pista y aplastamos la noche a toda velocidad... yo tan Toretto, vos tan Leticia. De pronto el fuego baja y denuncia una estación que quedo atrás en el tiempo quemada, ardida, resentida, ida, y desde su ceniza surge un fénix de muerte y desatino. Una última llama viene con delirio y el cuerpo se abandona y el tacto otra vez en el olvido…  Que me ha enseñado el fuego: la delicia, yo tan Toretto, vos tan Leticia…

En la memoria del incendio solo queda un espectro, una casa abandonada, la lámpara del genio extraviada, un chorrillo. Y como el político que no cumple con su promesa de apagarte el fuego con mis besos y lamerte tanto los labios que hasta tu boca se pusiera celosa fuiste una flautista que se llevó los niños de mi inocencia. Ya no tuve donde esconderme y allí quedo mi corazón oculto, reservado, clandestino, navegando en privado, un punto móvil, para sentirme un gigante invulnerable, pero corriendo el riesgo de siempre tener que volver por recuerdo. Y en ese domicilio sentirme de nuevo vulnerable y en el fuego de una nueva llamarada, en un nuevo domicilio, remita nuevamente al quinto mandamiento y me abandone al recuerdo, a lo ido. Un fuego lento, fantasmal y la ternura de tus besos que antes corrieron en el Chorrillo, una delicia, yo tan Toretto, vos tan Leticia...


Amar en siglos: la interconexión entre la estación de fuego de Numy y la Jerusalén Liber-tada (JL) de Don Torcuato.

El odio, el rencor, la inmediatez, la distracción, la tristeza, el dolor, la revancha y la venganza andan sueltos en el Mundo como andan sueltos los demonios del hambre, la envidia, y el deseo de quitar al otro lo que es objeto de anhelo. A veces esos demonios quedan atados a la cama de historias pasadas y oscuras y sus patadas lastiman a inocentes y otras veces salen a la luz por imprudencia de las personas en andar revolviendo viejos conjuros del pasado. Una forma de exorcizar esos demonios es pensar en imágenes que la humanidad ya tiene demostradas que en la Eternidad funcionaron para su salvación, remisión, paz y sosiego. Experticia.  

Dos imágenes proyectadas en el tiempo que se interconectan y traen ecos íntimos del ser Universal y selladas en el corazón de la Humanidad; por un lado, el poema de Don Torcuato Tasso, en Jerusalén Liber-tada (JL); y por el otro, el poema de Numy Silva en Estación de Fuego (EF). La conexión de las imágenes del amor y sus repeticiones en el tiempo pese a las circunstancias y vicisitudes que debe sufrir cada humano en particular siempre será una forma de sanar y curar heridas. ¿Una imagen arde de amor en el tiempo? ¿Qué relación hay entre tiempo e imagen?

Don Torcuato JL da la imagen inicial del encuentro entre dos guerreros, enemigos, y enamorados; Tancredo y Clorinda:

 

“…cansado Tancredo (…) detúvose para refrescar sus ardientes labios y descansar (…). Aparasiósele de repente una joven toda armada excepto la cabeza. Era pagana y había ido allí también buscando paz y descanso…”. (Jerusalén Libertada. Torcuato Tasso. Página 19. Ed. Iberia 1947.)

 

(‘Armida en la batalla frente a los sarracenos’ (1628-1630), óleo sobre lámina de cobre de una serie del pintor David Teniers el Joven que ilustra la ‘Jerusalén liberada’. En el Museo del Prado Heritage Images / Getty). IMAGEN FUENTE: Diario La Vanguardia.

Medio Oriente, cerca del año mil, cayó Constantinopla, y los Cruzados al mando de Godofredo de Bullón avanzan implacables a Jerusalén donde manda el temible Rey árabe Aladino. En esta imagen dos enemigos toman conocimiento uno del otro. Ella persa, él católico. Se saben de bandos contrarios, pero en lo profundo del ser el deseo es más fuerte, ya que en una brutal guerra en ciernes surge una relación de amor entre dos elementos de bandos contrarios. Ambos saben que uno de los dos perecerá, sin embargo, se rinden a la intensidad de la sensación, del sentimiento, y del querer. El acero moldea las circunstancias y el amor irradia de ambos con la luz de una hoguera que arde en el tiempo.

Ese momento eterno de paralización, de suspenso, de aprisionamiento en que dos personas se conocen es captado por la letra en verso libre de Numy en su poemario “Estación de Fuego” (E.F.) y el poema “Te amo en Siglos” dice:

 

Cuando te conocí│el tiempo paró su transcurrir│ y el día dejó│ de componerse de veinticuatro horas│ y pasaron a ser siglos│ sin tu presencia. │ Sin embargo,│cuando te tengo│ las horas se vuelven segundos│ y te amo en siglos. (Estación de Fuego N. Silva Pág 13. Julio 1991. Comp. El Territorio. Impresión Panorama.).

 

Foto de Tapa del Libro Estación de Fuego de Numy Silva. 

Cifrar una imagen que está en el tiempo es descifrar una contraseña de acceso a un mundo, a una realidad, a una emotividad guardada en la memoria del lector ya que se dice que la persona es una database caminante. “Cuando te conocí / el tiempo paró su transcurrir…”  es un dibujo que brinda un paisaje de ingreso y acceso a la razón, a la sensación, y a la emoción; la poetisa contemporánea traza un camino ancho, un sendero allanado, detenido, pausado que indaga ¿en qué punto está? Ambos escenarios marcan un punto de encuentro con el lector que viene de otras latitudes emocionales, de sentidos diversos y tiempos distintos, pero que siempre que confronten estas imágenes verán la suspensión del tiempo en el amor.

En JL los labios de Tancredo arden y ella busca paz y sosiego; y en EF amar en siglos se paraliza eternamente en una estancia liberada de odio. En el amor y en la guerra todo vale y en sus enigmas el conocimiento del otro es un instante único, indecible, e irrepetible. Mariposas. Conocer al otro amado es la paralización del tiempo, es como cuando el bailarín en danza realiza la fantasmata, y queda en puntas de pie, una obra de arte en movimiento. Poema: el demonio sucumbe, la patada más brutal, su final radica en la sede del amor. La imagen queda aprisionada en el tiempo. Arde eternamente, brasa roja, llamarada azul. Sin embargo, Tancredo y Clorinda empiezan una relación destinada a la ceniza.

 

Triple Ausencia

Por obra de un encantamiento creativo de la poetisa la imagen se compone de presencia y de ausencia del ser amado. Respecto de la presencia la imagen se consume de tiempo velozmente y en la ausencia queda pausada en un segundero gota a gota, un reloj de arena que cae en cámara lenta. En EF surge una triple ausencia respecto del no estar con el otro amado, no ser ese nosotros que somos cuando estamos con el otro amado, y la cancelación de la autopercepción de no ser amado por el otro. En estas ausencias la fantasmata, el bailarín prolonga su danza y la transforma en siglos. La llama decrece, ya no es una llamarada, la brasa se disipa, la ceniza aparece. Y con la presencia del ser amado se acelera la imagen, arde la carne, el fuego se cataliza, y la existencia se calienta. El viento de amor sopla y combustiona el fuego, la ceniza desaparece…

Amar en siglos es un chasquido de dedos, pero cada fracción de segundo en que resuena el eco de ese sonido es un buque corsario que navegamundos con el cielo a tope con una única brújula en el corazón. Atrás el maderamen del Muelle del Tiempo en el pacífico chileno y adelante aguas calientes de Saona con el murmullo del ron, el tabaco dulzón y la lubricación de su aceite de coco. Ya nada queda en la inteligencia y la signatura de amor encuentra en su programa de estudios la asignatura de pasión, afecto, sexo, y animalidad. El navegamundos corsario es la pulsión de querer compartir con el otro, sabiendo que en su triple ausencia el amor está partido.  

 

Volver a JL

Tancredo abandona el Mar Mediterráneo y dirige sus soldados por las playas de Gaza en un camino ancho. A su paso el camino que era ancho se pone sinuoso, estrecho y pedregoso cuando aparece Clorinda armada, con anhelo de paz y de descanso. Ella adopta una conducta varonil y quiere pelear con el enemigo. La guerra se complica, y la vía se vuelve estrecha.

Para la poetisa que pasen siglos sin la presencia del otro amado confluye en una angostura de imagen que quema en el corazón, porque ya nada se puede racionalizar, pese a que también queme en la cabeza, la panza, y se cargue una Cruz sobre las espaldas en ausencia del otro amado; o el desgano de vivir, y todo se vuelve ansiedad por volver al otro o depresión al dejarlo. Sin embargo, a letra seguida, lo que es ausencia, oscuridad, tiniebla y frío toma color y calor con la lumbre de una hoguera en invierno cuando “…te tengo…” y ya no te quiero dejar ir.

En el poema el proceso que en la ausencia se detuvo, quedó inmóvil y paralizado, en suspenso en el tiempo, vuelve a convertirse en una película de acción como si fuera el hechizo de una brujería poderosa; gana acción y movimiento condimentado con enigma y pasión y la imagen se llena de expresión, significación y dialoga entre lenguas -interlingua-: imagen poseída. Y en la posesión, como si se tratara de un demonio que usa un cuerpo, se produce una interconexión entre paralización, acción, enigma, amor, dolor, odio, tristeza, verdad, pasión, imagen en la memoria del lector, letra en el papel, y peligrosidad en el pensamiento, ya que “…cuando te tengo…”  la imagen se cataliza: arde.

Arde el pensamiento como ardientes fueron los labios de Tancredo y lo que resulta peligroso no son los pensamientos por verla a Clorinda sin su casco, sino que lo que resulta peligroso es el pensamiento por saber que uno de los dos perecerá en ese amor. Ceniza.

La poetisa en pocas, sílabas, renglones, y oraciones, en verso libre, parece no encontrar una vía de salida y explota de pasión como sólo la mujer puede dar al varón: “… te amo en siglos” en una época donde pareciera que el poema no tiene final y ser contemporáneo de otro es sentir igual, más allá de la distancia en el tiempo existente entre quien escribe el poema y quien lo termina leyendo. Porque en definitiva somos tan contemporáneos de Tancredo y de Clorinda en esa Estación de Fuego que Numy dibuja como tan contemporáneos somos de la estación Clorinda, en Formosa, Argentina, o el puente Tancredo Neves en la Triple Frontera, o Don Torcuato en Tigre.

 

El Final del Poema

En una época del final del poema que resulta tenebroso por la asunción de la máquina y de la inteligencia artificial (IA), en que los hombres son incapaces de amar y sólo conocen el odiar a los demás, sin tregua, sin piedad, sin necesidad, y sólo por la sed de quitar, por el ánimo de revancha y apetito de vengar un ego herido se escucha que “todo vuelve”, o que, desde luego, si “a hierro matas a hierro debes morir”, según sentencian los jueces universales y gatillos fáciles de la lengua hipócrita, cuando en realidad si cada uno se mirara en el espejo ardería en siglos y ya no importaría el ayer, el paso en falso, el arrepentimiento o el pecado; ya no importaría el mañana y la angustia o la culpabilidad de no amar y sería contemporáneo del amor para dar espacio en la emoción y en la sensación. Y así dejar que el demonio pateé todas las veces que quiera para odiar y no verte en siglos o segundos.

Sólo resta amar o intentar amar por más que el otro se niegue físicamente, emocionalmente, socialmente, o económicamente y piense que pagar con la misma moneda será un acto de justicia. “…Cuando te tengo…” los segundos queman y ya no soy yo, somos un nosotros y cuando me tenes los siglos no alcanza para amar aquellos besos en la vereda, esas verdades dichas apretados de la mano, esas palabras exhaladas alumbrados por fuego y pasión con nada más que el Universo como testigo. Sólo queda el amor en el tiempo jurado por tus uñas clavadas en mi mezquita. Y mi ser filtrando rayos de luz hacia mi interior. Carne sangrada. Dolor, pasión y satisfacción. Liberación de un sinfín de batallas para explotar en una interminable ánfora de amor.

El poeta da una imagen de una estación de fuego contemporánea y en su poema paraliza la imagen en el ámbar del recuerdo. Y en la pelea entre Tancredo y Clorinda la torre arde y dos enamorados que pertenecen a bandos contrarios luchan por sus creencias. Los amantes ya no pueden más, son soldados, y la disciplina manda pelear hasta el fin. Son entrega plena, no luchan por odio al otro, sino que luchan por amor como lo expresa otra estación de fuego el madrigal Il combattimento di Tancredo e Clorinda de Monteverdi.

Hoy por hoy en los espacios del varón la torre ya no arde, y a diferencia de JL, la IA hace un trabajo sucio y usa al humano sólo como un cuerpo sin amor, sólo al servicio del odio y del rencor. La estación de fuego ya no es de felicidad, amor, o entrega, la torre arde de odio, de dolor, y sin piedad, como ardió el Reichstag en Berlín. Cuando un niño se enferma el remedio suele ser desagradable al gusto; se lo disimula con un premio dulce que haga pasar el mal trago; pero el amargo de la verdad es la cura; depende del niño o niña si desea únicamente mojar los labios en el borde dulce del vaso o llegar al fondo de la verdad porque solo la mujer puede amar en siglos de verdad. Se dice que sólo los muertos conocen el final de la guerra y, en definitiva, será la decisión de la observación del ámbar cristalizado en siglos si se quiere tener odio en segundos; o amar el ámbar en siglos ya que la tarea de un amor en siglos es venir con amor en ayuda del amor, para que, en el amor, el amor mismo no permanezca supuesto en segundos de amor, sino que venga como un acto de amor, al amor en siglos.

jueves, marzo 31, 2022

Paquitas Paisanas

Paquitas Paisanas


Interior agrícola de Argentina 2007.

Al costado del camino en una asamblea de terratenientes dueños de campos.

Una acalorada discusión por el pago de impuestos al Estado.

 

Xuxa propala rumores ante la comisión vecinal de hacendados.

Xuxa: ¡Así es señores! ¡Me dijeron que vieron al señor Castrilli recibiendo sobres en la Casa Rosada! Explicanos Castrilli, ¿cuánta plata te pagaron para que esta reunión no se haga? Está claro que tu legitimidad para ocupar la presidencia de esta comisión está agotada. No podés seguir siendo presidente porque sos un corrupto. ¿Es que no te alcanza con la enorme cantidad de hectáreas de soja que tenés que también necesitas ir con los políticos a venderte y entregar a nuestro sector? Todos sabemos que desde chiquitito te gustaron los sobres. Y ahora, ya crecidito, te gustan los sobres igual que siempre.  

Castrilli: ¡Calumnias! ¡Calumnias! Tengo testigos que dan fe que no recibí ningún sobre. Mucho menos en la Casa Rosada, porque no la conozco y nunca estuve en ese palacio de gobierno. En las reuniones que tuve con los miembros del Estado, por el tema del cobro de los impuestos, siempre estuve acompañado por otros vecinos. Además, mi conciencia está limpia, cristalina. No como la tuya Xuxa, que anduviste con botas y bailando con las paquitas.

Xuxa: ¿Con las paquitas? ¿Con botas? Niego haber sido yo. ¡Besiños, besiños!

Castrilli: Te vas a ganar la roja en la asamblea. Te conocemos Xuxa, te vimos hasta en la televisión con el bailecito del “…yo quiero ver… chindó le lé” ¿y ahora te querés arrogar las facultades de fiscalización de la moralidad de las acciones de este presidente de asamblea? Vas a tener que tomar mucha sopa para desplazarme. O vas a tener que volver a nacer.

Xuxa: ¡Es mentira! Pido a la asamblea que me apoye. Porque claramente el vecino presidente Castrilli tiene puesto el bigote de dictador y no quiere volver a trabajar a su campo. Quiere seguir viaticando para despilfarrar esos fondos en una vida careta de vinos caros y salidas nocturnas con meretrices de Puerto Madero. ¡Pido a la asamblea que le exija al presidente que se rectifique en sus dichos!

Castrilli: ¿Qué? ¿Rectificación? Está todo confirmado. Ratifico lo que te dije. Todos te vimos bailar en la televisión con botas hasta las rodillas. Era una musiquita que de chico siempre me causó gracia. Y ahora me produce rabia la frivolidad con la que revoleabas las piernas.

Xuxa: ¡Besiños, besiños Castrilli! Mociono en esta legítima asamblea para que se practique una auditoria integral e independente sobre los fondos que estuviste administrando. Porque como la asamblea conoce, hay sobrados motivos para expulsarte de la comisión. Primero, estás en el cargo hace 10 años. Segundo, no tenés intenciones de dejar la presidencia y te mandaste una cantidad de irregularidades estatutarias para mantenerte en el puesto. Tercero, no te cierra el balance. Cuarto, sos un facho dictador que andás conspirando contra todos para sacarles la tarjeta roja y expulsarlos de la comisión. ¡Exijo de la asamblea que te expulse! 

Castrilli: Son mentiras de un alma trastornada. La asamblea no considerará esos dichos y argumentos calumniosos.

Xuxa: En absoluto mis argumentos son calumniosos. No tengo motivos para bailar con botas y salir en la televisión. Pero lo que les digo son motivos reales de la actuación del señor Castrilli en la presidencia de esta comisión.

Castrilli: Tengo una conducta intachable. Los vecinos conocen mi trayectoria. Y mi fuerza de trabajo. Los vecinos me ratifican en el cargo de la presidencia de la comisión. Es en vano tu ataque calumnioso.

Xuxa: ¡Tenés que irte Castrilli!

Castrilli: ¡Imposible estoy ganando! ¡Estoy ganando! La asamblea me aclama. Castrilli comienza a saltar victorioso y la asamblea lo aplaude–

Xuxa: ¿No recuerda la asamblea que las propuestas que hizo Castrilli yo ya las había presentado con anterioridad? ¿No reconoce la asamblea la verba y oratoria fabulosa que tengo para representarla? ¿No legitima la asamblea mi prosapia y buen nombre? Todos saben de mi formación y buena familia. Soy la más indicada para representar a la asamblea. Sin embargo, continúan con este dinosaurio bigotudo. Le pido a la asamblea que tome en cuenta mi moción.

Castrilli: ¡Está vendiendo humo! ¡Mucho ruido y pocas nueces! O como decimos entre nosotros ¡Sos pura espuma!

Xuxa: La asamblea tendrá que expedirse. Seguro te van a echar como a una rata a palazo limpio.

Castrilli: Para nada. La asamblea tiene probada y comprobada mi actuación y mi gestión a lo largo de estos años. No son nada mentirosos los resultados de exenciones impositivas que logramos, en algunos casos logramos aduanas domiciliarias para que los vecinos puedan exportar sus productos directamente desde el campo sin tener que pasar por la burocracia de la administración de puertos. También los balances no se presentan porque el auditor está enfermo. Pero todos saben que estamos teniendo resultados superavitarios. Le pido a la asamblea que recuerde que hicimos historia en gestiones internacionales para colocar nuestra oleaginosa a un precio histórico; y ahora, está bien, tendremos que soportar algún embate impositivo. Pero podremos sortear la cuestión si logramos fugar al capital al exterior. Tenemos que esperar nuestro tiempo. Por ahora, la asamblea debe recordar, que es tiempo de arremangarse, ya vendrán bueno tiempos de capitalización de este sacrificio.

La asamblea enardecida aclama el discurso de Castrilli.

Xuxa: ¡Silencio! ¡Silencio! ¡Es que ustedes no entienden!

Castrilli: ¿Qué cosa no entendemos?

Xuxa: Todas tus falencias. Ya es hora que dejes la presidencia. Tus actitudes atrasan mucho tiempo. Necesitamos una mirada de futuro. No a bigotudo carcamán que no quiere largar la teta.

Castrilli: ¡Otra vez! ¡Injurias! ¡Calumnias! ¡Todas mentiras que salen de la boca de una mentirosa!

Xuxa desenvaina el facón y se lo apoya en el cuello a Castrilli.

Xuxa: Bueno, acá se termina tu historia como presidente. O renuncias o te morís acá mismo. Te voy a hacer como los mazorqueros, pero sin mazorca, te vas a refalar en tu propia sangre bigotudo.

Castrilli: ¡Hacé lo que quieras! ¡Pero sabé que la asamblea no te va a votar con esos antecedentes artísticos que tenés!

Castrilli se zafa del puñal y se corre unos pasos para tomar distancia de Xuxa

Xuxa: ¡Vení, vení! ¿O ahora tenés miedo?

Castrilli: ¿A vos te voy a tener miedo? Desde el comienzo de la asamblea me estás faltando a mi honor. Y ahora te vas a tener que defender porque alguno de los dos va a morir el día de hoy.

Xuxa: ¡Dale! ¡Dale! ¡Venga ese puñal flácido! Me contó tu mujer que sos un impotente y que encontrás placer con la peonada. ¿Y ahora me estás desafiando a duelo? Vamos a hacer que la asamblea se convierta en un circo romano donde se ve pelear a los gladiadores por la adquisición del poder. Este costado de la ruta será nuestra arena romana. Y acá se termina tu existencia.

Castrilli: ¡Dale! ¡Dale! ¡Como siempre vos con palabras rimbombantes!

Xuxa: ¡Ahora vas a ver cómo te achuro con el puñal! ¿Por qué te hacés para atrás? Echá ´pá ´delante miedoso. Vení para acá. Si te vas no te voy a poder achurar. 

Castrilli: ¡Seguridad! ¡Seguridad! Contengan a esta loca.

Xuxa: Vení para acá miedoso. Vení para acá miedoso. Vení para acá miedoso. –Mientras le sale espuma por la boca–

Castrilli: ¡Está rabiosa! ¡Está rabiosa! ¡Cuidado que no muerda! ¡Está rabiosa!

Xuxa: ¡No! ¡No! No estoy rabiosa. Mirá que ya maté a varios y hoy quiero matar a otro. Me tenés cansada.

Castrilli: ¡No me vas a poder alcanzar! ¡Soy Maradona! ¡Soy Maradona escapándome de los ingleses! –Sale disparado en veloz carrera en dirección al campo–  

Xuxa: ¡Vení para acá loco furioso! ¡Está furioso! ¡Tanta aclamación logró enloquecer a este bigotudo!

Castrilli: ¡Soy Maradona! ¡Soy un barrilete cósmico! ¡Soy como el austral en la devaluación! ¡No me vas a poder alcanzar! 

Xuxa: ¡Médicos! ¡Médicos! ¡Vengan Castrilli enloqueció!

Castrilli: ¡Marado-Marado-Marado!

Xuxa: ¡Vení para acá! ¡Vení para acá Castrilli! ¡Está bien! ¡No te vamos a expulsar, pero vení para acá!

Castrilli: No. No. No me expulsen. Renuncio. Estoy cansado de la gente como vos.

Xuxa: Bueno, calmate. Calmate, por favor, te vas a lastimar.

Castrilli: ¿Tenés miedo que me lastime? Mirá, mirá. Me voy a cortar el cogote de lado a lado.

Xuxa: ¡No! ¡No! ¡Pará loco! ¡Médicos! ¡Por favor, que vengan los médicos!

Castrilli: ¿Ahora querés el médico? ¿Después de que me quisiste liquidar a puñal limpio?

Xuxa: ¡Si no hay médicos! ¡Que vengan los enfermeros del loquero! ¡Que venga alguien a parar a este loco furioso!

Castrilli: ¡Marado-Marado-Marado!

Xuxa: Si no parás Maradona me voy a tener que cortar el brazo. Pará locura. –Xuxa se hace unos cortes en el antebrazo y salpica sangre a Castrilli–

Castrilli: ¿Qué hiciste loca? Mirá si me contagias algo.

Xuxa: Es que te tengo que parar con algo. No se me ocurrió otra cosa.

Castrilli: Seguridad. Seguridad. Controlen a esta loca. Ya no sabe qué hacer para ganar seguidores en esta asamblea.

La seguridad rodea a Xuxa.

Xuxa: ¡Paren! ¡Paren! Estoy cuerda. Al que tienen que detener es a Castrilli. ¡Él es el loco!

Castrilli: Te van a llevar Xuxa. Estás muy desequilibrada.

Xuxa: ¡Paren! ¡Paren! Que los conozco hace muchos años. Ustedes no me pueden llevar. –La seguridad duda–

Castrilli: ¡Llevenla! ¡Llevenla presa! ¿No ven que es un peligro para la continuidad de la asamblea? ¡Llevenla a los dejo sin laburo a todos!

Xuxa: Hay no me siento bien. Parece que el corte es profundo. No siento las manos.

Castrilli: Ahora. Ahora. Aprovechen para detenerla.

Xuxa: No siento las piernas. Me parece que me voy a desmayar.

Castrilli: Ahora. Enfermeros vengan. Seguridad venga.

Xuxa: No. No. El cuchillo no me lo saquen. El cuchillo es mío. Si muero quiero morir peleando. Con el cuchillo en la mano y con las botas puestas.

Castrilli: ¿Seguís con la idea de las botas de paquitas? ¿Viste? ¡Estás loca!

Xuxa: ¡Soy una paquita! ¡Soy una paquita! ¡Soy una paquita!

Castrilli: ¡Ahora! ¡Ahora! Aprovechen, póngale el chaleco de fuerza. ¡Está rabiosa! ¡Está furiosa! ¡Está demente! ¡Mándenla al instituto de salud mental!


Jorge Lucas Cabral.

jueves, febrero 10, 2022

¡Es la Justicia Porota!

¡Es la Justicia Porota!


Un hombre viejo y enfermo dormía en la calle de su país. De pronto, una mujer,  joven y bella, se acerca y le prende el colchón en el que estaba el hombre. Ella corre a toda prisa. Ríe. 
Asustado el hombre despierta. Avisado por las llamas. Está escaldado en invierno, en su habitación pública pero privada, y privada de agua, luz, y gas. 
El anciano persigue a la mujer. -¡Porota! ¡Porota!, Devolveme el colchón, grita el viejo. Porota ríe, pero a unos metros se encuentra con unos hombres de su condición. Presa. Le intiman a devolver el colchón. 
El caso es derivado a la Justicia por el caso de Porota. Ella sigue riendo. Ríe fuerte, en su país de las maravillas. Esconde sus fortunas y sus fechorías en lujosas carteras y tras vestidos oscilando entre el lujo y el duelo; ora vestidos violetas papales, ora vestidos negros azabaches.
El juez del caso del colchón apresa a Porota. ¡Es la Justicia Porota! Pero el magistrado decide soltarla por la conmoción pública. No importa su maldad o su ladrona condición. No importa si puede devolver lo que robó o no. El juez la libera porque personas como ella pueden sembrar la discordia en el país. ¡Es la Justicia Porota! 

Jorge Lucas.- 

viernes, enero 21, 2022

El quiquiriquí de la timba clandestina

El quiquiriquí de la timba clandestina




Territorio Nacional de Misiones, cerca de las ruinas de la Compañía de Jesús. Época previa a la provincialización de las Misiones. Interventor Federal francés. La Policía brava.

En aquella época se trataba de erradicar el juego clandestino. Celosa del cumplimiento de la orden la Policía investigaba todo episodio relacionado a la timba, en particular a las riñas de gallos, porque un garito implicaba mucha plata negra yendo y viniendo, uno o dos apuñalamientos por semana y hacinamiento de rufianes y gente de dudosa vida. La autoridad veía pasar la moneda, sin tocar un centavo, y para más, debía intervenir si un apostador resultaba achurado.  

En la costa del Paraná el comisario de la localidad tomó conocimiento que durante aquella lejana noche húmeda próxima al carnaval se disputaba una reunión de timba clandestina: gallitos en riña, tahúres compulsivos a todo o nada y mal entretenidos de toda clase de calaña se darían cita para jugarse pleno en el pase, tute, riña de gallos y otras suertes. La seguridad pública y de la recaudación estatal estaban amenazadas.

Hombre de acción el comisario tomó cartas en el asunto e instruyó al personal de la dependencia para desbaratar el encuentro furtivo. Casi sin tiempo ordenó una comisión policial. Con lo que tenía: un joven oficial, dos agentes rasos, y dos suboficiales bravos y experimentados, pero amañados y, también conocedores del paño. Aquella comisión se constituyó en el lugar de la timba clandestina a constatar el domicilio.

No hubo sorpresa para la policía. El dato era verdadero. Un farol rompía la oscuridad de la noche. Azabache. El oficial jefe de la comisión revolea un primer sablazo al farol y algunos otros a repartir en el lomo de los curiosos, y sorprendidos, quienes salieron disparados como flechas de guaraníes. Los apostadores fuertes se quedaron cerca de sus posturas, no querían perder su dinero. Plantados.

La mesa de dinero estaba cubierta con una frazada, ordinaria y obscena, y ella sostenía las posturas como rudimentario paño que era un vómito de valores: relojes, anillos, dinero, y hasta la tanga de una rapaciña. También sobre la frazada había botellas de caña y cigarrillo en chala. La rapaciña huye del oscuro bajándose la pollera, con pasos apresurados, y mejillas húmedas y calientes. Mezcla de caña y apretujones contra una palmera pindó. La perrada aúlla caliente, pero no tanto como la frazada, los apostadores, la rapaciña y la recién llegada comisión policial. Escaldados.

El oficial pide que se presente el encargado del lugar. Nadie responde. Silencio pindó guazú en la costa del Paraná. El ambiente estaba cargado y la perrada mutis. Los mosquitos no querían decir esta boca es mía. Rompiendo el silencio una riña de gallos jadeaba en un corral improvisado junto a la mesa con el paño improvisado y sus valores. Los gallos ni se animaron a cacarear ¡Quiquiriquí! ¡Quiquiriquí!

Sigue la acción y el oficial jefe de la comisión solicita a uno de sus camaradas que incauten a los animales y los lleven a la comisaría como parte de las evidencias para las posteriores actuaciones. Dos subalternos jóvenes acatan la orden y se pierden en el silencio de la noche con los animales bajo el brazo. Impávidos los gallitos perdieron las miradas en su coliseo y con las púas de sus patitas esposadas. Los policías más viejos y sus patitas de gallo se quedan cerca del jefe de la comisión. Algunos de los tahúres continuaban junto a la mesa sin emitir sonido. Silentes. Ojos de espolón viendo cómo se iban los curiosos y ya no quedaba ni el aroma al tacto de las rapaciñas.

El oficial se estira el uniforme, tensa su correaje de cuero marrón cruzado del pecho, asegura el sable y dispara enérgico a viva voz:

-          ¡Por edicto policial esta reunión social debe concluir en este momento! Efectos de la infracción incautados y a disposición de la superioridad en la dependencia. Los presentes se retiran.

Se opone el cacique Geniolito de metro ochenta, firme junto a la frazada, y responde:

-          ¿Y qué pasa si yo no quiero? Esta postura todavía no se resolvió y la pirápiré de la frazada es mía.

El oficial hace un gesto con la cabeza a sus otros dos camaradas más experimentados. Y en el mismo acto los policías revolean sablazos al farol, y más planazos contra el lomo de otros desprevenidos que se escondían detrás del cacique, quienes se asustan y huyen entre la vegetación. Los policías les dan seguimiento, se pierden en la noche y quedan mano a mano el cacique rebelde y el oficial. Son iluminados por el vaivén de la pobre iluminación del farol. Riña.   

El duelo entre el oficial y el cacique es mano a mano. El representante guaraní es reducido por el oficial por su ventaja de sobriedad y destreza, ayudado por el correaje de la autoridad. Y aprovechando que un camarada regresa del monte, entre ambos, esposan a Geniolito que esa noche duerme con los gallos de riña en el calabozo de la dependencia a la espera del amanecer y la llegada del comisario.

La comisión policial descansa con los bolsillos tranquilos y con parte del producido de las posturas de la frazada. El oficial jefe se acuesta en el catre de la dependencia, cual apuesta clandestina, calientito sobre la frazada. Y el cacique Geniolito fue despertado del sueño de su borrachera al par de unas horas. Rompen destellos de Sol en la costa del Paraná. Los compañeros de celda del cacique avisan un nuevo día: ¡Quiquiriquí! ¡Quiquiriquí! Alba.

 

Jorge Lucas Cabral.