viernes, marzo 07, 2008

Una noche en la altura

Luego de varios días a la espera de algo divertido una noche me sorprendió en la calle Jaén de La Paz, a 3800 metros sobre el nivel del mar. Las jornadas anteriores en el altiplano boliviano se esfumaron entre paseos de compras y recorridas en complejos turísticos. Esa noche fue algo curiosa: me encontré bailando una danza que desconocía por completo frente a unas 100 personas que, lógicamente, tampoco conocía. Sin deprimir a los presentes y subiendo sus estados de ánimo, poco a poco, los bailarines prepararon la escena para el acto principal.
Los endemoniados danzantes de El Alto paceño se vistieron con diversas túnicas para representar la diversidad de Bolivia, que tiene ríos en las alturas y playas en el llano. Y que también tenía tanto metal precioso que España podría haber construido un puente desde América hasta la península, según comentan Las venas abiertas de Eduardo Galeano. Y que tiene chaco, amazonía, coca y narcotráfico. Sin embargo, los bailarines cubrieron de energía indígena el tablado quizá sin saber nada de eso.
Transcurrieron los actos y tal vez pensé en quedarme a vivir para siempre ese momento. Pero decidí volver al mundo real, al material para contar la historia. Una noche en la altura: una historia demasiado material.

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal