martes, septiembre 18, 2007

El fenómeno del desborde de poder

Ningún presidente de la Argentina, desde que volvió la democracia en 1983, delegó alguna función o atribución en otro órgano del Estado Federal que no sea el propio Poder Ejecutivo. Como agravante de esa situación, la Ley 23.309 (Núcleo de coincidencias básicas para la reforma de la constitución) intentó ficticiamente atenuar el poder que detenta el Ejecutivo. Pero lejos de atenuar la figura presidencial le terminó dando más poder.
La reforma constitucional de 1994 otorgó al Poder Ejecutivo la emisión flagrante de Decretos de Necesidad y Urgencia. Así, Carlos Menem, en su segundo mandato resolvió problemas de la praxis política diaria con los DNU. Un ejemplo de esa práctica fue la entrega de las concesiones de los aeropuertos.
También hizo lo propio, pero en menor medida, el medalla de oro de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba, Fernando De la Rúa.
En pleno empalme del siglo XXI, Néstor Kirchnner, interpreta que las materias sobre las que no puede legislar son la penal, tributaria, regimen de partidos y electoral. Todo el resto de las ramas del derecho, reconocidas en la Constitución Nacional, están supeditadas a su revisión.
Y bueno, él legisla en un claro desborde de poder al no tener freno ni de la Justicia ni de los legisladores. Los jueces le temen y el Congreso estará cerrado hasta después de la celebración de los comicios generales. Los jueces apañaron el mamarracho de la inconstitucionalidad de los decretos de Menem que indultó a los Jefes de las Fuerzas Armadas. En esa misma norma presidencial fue indultado Mario Firmenich, pero para él la inconstitucionalidad del indulto no corrió. El "militante" devenido economista sigue, seguramente, viviendo tranquilamente en la región catalán del Norte de España.
Pero la lista sigue, el entonces ejecutor de hipotecas en tierras santacruceñas re-direccionó hace unos días 14 mil millones de pesos del presupuesto anual al ministerio de Planificación a través de un DNU. Por el mismo mecanismo, recortó el beneficio por desarraigo que recibían militares y uniformados en general por prestar servicios a la Nación en el exterior.
Eso es lo que sucede hoy. Pero… ¿qué pasará mañana? Es claro que el matrimonio presidencial intentará alternarse suprimiendo de algún modo ese principio republicano de gobierno para concentrar poder. Y eso redundará en menos control de actos de gobierno y en más co-legislación presidencial (DNU). Sin pecar de pesimismo, está claro que los próximos 20 años de Argentina están signados por la lucha contra el desborde de poder.

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