jueves, septiembre 13, 2007

La cifra negra del delito

Esta es una nota publicada por mí, en el diario El Territorio el 14 de junio de 2007 en la página de opinión.
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La cifra negra de la delincuencia domina la ciudad
"No se pretende criminalizar la pobreza, sino ejemplificar el rango social con mayor tendencia a la comisión de delitos"
La cantidad de hechos delictivos no denunciados, según la doctrina penal, constituye lo que se conoce como la cifra negra de la delincuencia. En esta ciudad ese índice claramente desborda a la actividad de la Policía y la mantiene ausente. Los robos pequeños cometidos sin violencia (conocidos por la inteligencia policial como hurto) suceden a diario y varias veces en las 15 comisarías con jurisdicción en el departamento capital. Debido a que muchas veces el ciudadano no denuncia, ya sea por falta de tiempo o de paciencia, no entran dentro del sistema penal de la provincia. Por tanto, es ilusorio llevar un seguimiento de los mismos debido a que no existe un organismo para tal efecto.El martes 22 de mayo pasado El Territorio publicó el intento de robo, con herida de bala resultante, que sufrió el enfermero Javier Yesa (28); ese hecho ocurrió cuando descansaba con su familia compuesta por su esposa gestante y su pequeño hijo de 2 años. Al momento de la entrevista Javier no estaba. No obstante, este medio charló con los vecinos. En esa oportunidad, contó Mario Castro, vecino de Javier, que durante los últimos dos meses en su casa habían entrado a robar tres veces. Los delincuentes llevaron cosas sin importancia: celular, ropa, un DVD y otras cosas. El hombre dijo que, por suerte, nunca estuvo su familia durante los robos. Y que tampoco se había presentado en la comisaría para denunciar el hecho debido al tiempo que demanda una presentación en la Policía.En esa ocasión los vecinos de Hungría y Mariano Moreno, recordaron el problema que constituye la deficiente iluminación y la abundante vegetación que ampara a los sujetos peligrosos que se juntan allí para consumir lo que sea en esa zona del arroyo Vicario. "Todas las noches se los ve debajo de los árboles y cuando llega la Policía corren y se escapan" por la impunidad que otorga el lugar, dijo una vecina de Castro.En noviembre del año pasado a pocos metros de donde Yesa resultó baleado cuatro jóvenes robaron y violaron a una joven universitaria de la Facultad de Ciencias Exactas de la Unam, que había descendido del ómnibus en Lavalle y Luchessi. Luego del hecho cuatro jóvenes fueron detenidos. La chica fue interceptada el 4 de noviembre del año pasado por los jóvenes que la llevaron hasta debajo del puente de la avenida Uruguay, en la costa del arroyo Vicario. Allí, sin miramiento moral y a punta de cuchillo, la violaron hasta que ella se desmayó. Cuando huían la despojaron de 4 pesos, el celular y otras cosas. En el barrio A-3-2 y A-4 es común que los vecinos sean sorprendidos por ladrones que se apoderan de lo que dejan en el patio. Los malvivientes se llevan zapatillas, ropa, lavarropas, garrafas y hasta bicicletas. Todos esos hurtos no son denunciados, no sólo por la burocracia policial, sino también por el alto grado de hastío que los vecinos sienten por la Policía.En la zona Oeste de la ciudad, en Villa Cabello, los vecinos casi a diario sufren la delincuencia de jóvenes que se amparan en la oscuridad de pasajes en el interior de las chacras. Así es que la Policía tiene como zona de riesgo a la chacra 96, conocida como Villa Hollywood, o la chacra 252; allí se esconden la mayoría de las cosas que son robadas y no denunciadas en otras partes de la ciudad.En el barrio Santa Helena, en Garupá, los vecinos a diario se quejan del robo de lavarropas y de todo objeto que dejan en el patio de las viviendas. Esos hechos no son presentados en la comisaría Quinta debido al alto grado de inoperancia de los funcionarios allí constituidos. Ese barrio, inaugurado hace poco más de cuatro años, donde entre otras viviendas se encuentra una de las propiedades del jefe de Policía, Rubén Oscar Gabriel; y el domicilio efectivo del intendente de Garupá, el renovador Daniel Roa, está lindante con dos baldíos en sus extremos cardinales Norte y Sur. Esos extremos son, según los vecinos, el escondite perfecto para los rateros de patios: hechos que no se denuncian.Justamente, a pocos metros del patio de la vivienda del jefe de la Policía, dos jóvenes fallecieron a raíz de disparos en medio de lo que todavía la Justicia no pudo determinar si fue un arrebato pasional del joven José López (20), quien murió junto a Griselda Toledo (21), o si por el contrario se trató de un pacto suicida. Ese hecho sucedió el pasado 13 de mayo aproximadamente a las 19.30. Las muertes se conocieron. No obstante, nunca se supo de los robos menores que habían sufrido, días antes del terrible episodio, varios vecinos que estuvieron esa fría noche en la casa de los López.
Análisis:
Prevenir y disuadir para convenirEl gran problema por el que atraviesa el país es la falta de seguridad. La comarca, por más lejos que parezcan mil kilómetros, no está exenta de esa realidad que engloba a la problemática del conurbano bonaerense y de la Ciudad. El rojo del termómetro en los índices de criminalidad en Misiones queda reflejado a diario cuando las páginas de los periódicos publican el atraco a un muchacho que salía del boliche o cuando un señor en un canal de aire con alcance departamental dice: "Señores, la gente honesta es la que debe vivir tras las rejas".Cuánta razón tiene, porque los muchachos de escasos recursos (excluidos del sistema laboral y estudiantil) que se quedaron sin plata para seguir consumiendo (lo que sea) están en libertad; y con ellos la peligrosa potencialidad de aumentar el número de delitos de la provincia. No se pretende criminalizar la pobreza, sino ejemplificar el rango social con mayor tendencia a la comisión de delitos. Cuándo será que habrá verdadera prevención. Porque hasta ahora todo el mundo se queja de los jueces que liberan a sujetos que incurrieron en acciones reprochables de menor cuantía.Muchas veces olvida la población que esos muchachos que roban, golpean y violan son parte integrante de la comunidad y que los policías y jueces actúan cuando la macana ya está hecha. En ese punto es donde tiene que entrar a jugar la Policía y la Justicia: en la represión de conductas no permitidas por las leyes vigentes.Entonces, en manos de quién estaría la disuasión y quién debería prevenir. Varias teorías se tejen respecto de la prevención de la ejecución de conductas delictivas. Algunas proponen la imposición de penas ejemplares para la inhibición de potenciales criminales, otras proponen medidas de seguridad para los peligrosos; las más sintetizadoras plantean penas a los culpables y medidas de seguridad a los peligrosos.El comisario, convencido, repite: "En la jurisdicción anoche no hubo delito por la abundante prevención". Tal vez el persuadido uniformado no sepa que la prevención policial lo único que logra es desplazar espacialmente al delito: el ladrón, si está cebado, no roba en la cuadra donde vio al patrullero, roba más adelante, a tres o cuatro cuadras.En ese marco, la prevención de delitos debería estar en manos de políticas proactivas que intenten velar por el pleno empleo y la mayor inclusión de jóvenes en el sistema educativo. De esa manera, sin olvidar la colaboración familiar, será desmoralizada la conducta delictiva y todo se podrá convenir.
Por Jorge Cabral Redacción El Territorio

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